Conduzco durante toda la noche por las carreteras y caminos que separan Londes de Derbyshire empujado por la urgencia del último mensaje de mi amigo y compañero Lord Christopher Cunningham, sus misivas cada vez eran más enigmáticas y temía por su cordura cuando deliraba sobre lo que acechaba en los campos que rodeaba su vieja mansión. Traté de comunicarme con el personal de servicio pero mis telegramas no recibían respuesta así que no me quedaba más remedio que ir personalmente a ayudar a mi amigo a que recupere la razón.
Llegué a mi destino bien adentrada la tarde, la puerta de entrada a los terrenos de la mansión estaba abierta por lo que conduje hasta la puerta y dejé estacionado mi coche, el tiempo era desapacible y no veía la hora de poder entrar en la mansión y reunirme con Lord Christopher junto al fuego de la chimenea del salón mientras me cuenta lo que le preocupa. Observo los alrededores y me percato de lo montañoso que es el paisaje que me rodea que, bajo la extraña luz de la tarde, se me antoja amenazador.
Sin pensármelo más me dirijo hacia la puerta y llamo a la puerta.
(Determinación 5 – Espíritu 5)
Primera carta – Pista.
No tengo que esperar mucho cuando veo a la Señora Bristle, se alegra de verme después todo este tiempo, me invita a pasar con premura para resguardarme del más que humedo anochecer de la comarca, la verdad es que la idea de una bebida caliente y un fuego al que cobijarme se me antoja mucho más tentador que quedarme fuera ante el desapacible tiempo. Lo que si me fijo al entrar son las extrañas marcas de la puerta, como si una bestia de buen tamaño hubiera golpeado la puerta para irrumpir en la mansión.
Cuando entro en la mansión veo que todo está ordenado y limpio seguramente gracias al servicio pero no veo a Lord Christopher, pregunto por él y la Señora Bristle me indica que últimamente pasa las tardes encerrado en su habitación y no suele salir mucho, pregunto por las extrañas marcas de la puerta y la respuesta que recibo es la preocupada mirada de la Señora Bristle mientras palidece ante la mención, entre tartamudeos me dice que seguramente sea de algun perro asilvestrado o de alguna de las bestiasa salvajes del páramo y que no debería preocuparme por ello y a continuación continúa con sus labores bajo la atenta mirada del mayordomo, el Señor Douglas, que nos observa con severidad desde lo alto de las escaleras que lleva al piso superior de la mansión.
Segunda carta – Pista.
Me siento enfrente de la chimenea, escucho crepitar el fuego cuando la Señorita Enfield me sirve una taza de té caliente, se que mi amigo Lord Cunningham está en su habitación pero espero a que termine lo que esté haciendo mientras anuncian mi llegada.
Pasa el tiempo mientras bebo mi té y observo al servicio yendo de un sitio a otro en sus obligaciones y reconozco que me impaciento un poco ante la tardanza de la llegada del Señor Douglas y me comunique que pueda subir a las estancias del Lord de la Casa.
Entonces escucho un aullido extraño, oneroso incluso que viene de los páramos, el sonido hiela la sangre y provoca que las dos mujeres del servicio deje sus tareas por un momento. Recupero la compostura y salgo de la casa para ver bien que clase de bestia es capaz de producir ese lóbrego sonido.
Ya fuera de la mansión oteo a la distancia para ver si soy capaz de discernir algo pero ya la creciente oscuridad y la llovizna que ha comenzado me impide ver nada, solo la sensación de que algo hay fuera acechando y no la simple bestia que la Señora Bristle me habló antes.
Tercera carta – Percance de Personaje.
La lluvia arrecia y me cala hasta los huesos y me giro para volver a la mansión antes de acaba mojado y frío cuando veo al Señor Douglas que sale a mi encuentro con cara de visible preocupación, algo malo le ocure a Lord Cunningham.
Corremos los dos, subiendo las escaleras que nos dirije al segundo piso de manera presta hasta que entramos en la habitación de mi amigo, ahí está la Señora Bristle arrodillada junto al cuerpo tendido de Lord Cunningham al que parece que le está dando un ataque, ella nos mira aterrada y suplica que hagamos algo para ayudar a su señor. Entre el mayordomo y yo lo llevamos a su cama mientras convulsiona y balbucea frases inconexas y extrañas.
Gracias a una medicina que trajo la Señora Bristle mi amigo se encuentro más calmado pero aún así no está en condiciones de hablar, solo mira por la ventana hacia el páramo mientras el servicio de la casa se encuentra en la habitación con aspecto sombrío y apesadumbrado. Les interrogo sobre lo que ha pasado pero apenas me dicen nada pero estoy seguro que tiene que ver con los aullidos que he escuchado y las extrañas marcas de la puerta.
Cuarta carta – Obstáculo de entorno (7) -Éxito-
Salgo de la habitación y el mayordomo me da el encuentro, me explica que el Lord lleva ya muchos días que no duerme y que algo le atormenta, a veces tratan de ignorar los aullidos, ya que están en territorio de lobos y de otras bestias pero cada vez es más complicado obviarlo.
Me armo de valor y le pido al Señor Douglas alguna arma de fuego que tenga en la casa ya que conozco el gusto a la caza de Lord Cunningham, el mayordomo asiente y se ofrece a acompañarme para cazar a la bestia.
Nos abrigamos con ropa contra la lluvia y nos adentramos al páramo, el Señor Douglas porta un farol para alumbrar el camino y yo el rifle de caza de Lord Cunningham, el camino es duro y parece que damos vueltas en círculos sin encontrar huella alguna de la criatura.
Entonces veo algo que parece que nos acecha entre los árboles, me dirijo ráudo hacia los arbustos que se mueve pero una mano firme me agarra del hombro, he estado a punto de pisar un cepo para osos que sin duda me habría lisiado, me giro sorprendido hacia el Señor Douglas que aún me tiene sujeto del hombro y me dice que es mejor que volvamos a la Mansión, ya que no es seguro seguir bajo la lluvia y la oscuridad creciente de la noche.
Quinta carta – Obstáculo de entorno (4) -Éxito-
La lluvia no para de hostigarnos estamos ya calado hasta los huesos por lo que nos dirigimos raúdos hacia el hogar, sin duda nos hemos alejado mucho más de los que nos hubiera gustado del hogar y el barro y el terreno accidentado, sumado a la oscuridad de la noche apenas mitigado por el farol no ayuda a que avancemos con premura.
De repente una ráfaga de viento desiquilibra al Señor Douglas y provoca que el farol se caiga y se apague la llama, ahora la oscuridad nos rodea y nos envuelve, la sensación de ser observados y acechados nos invade… el terror nos paraliza mientras escuchamos el aullido inmisericorde que penetra entre el sonido de la tormenta.
Con el poco coraje que me queda grito al mayordomo y le insto a que busquemos el farol, lo encontramos con dificultad y gracias a mi mechero de gasolina conseguimos encenderlo aliviando la sensación que atenaza nuestro ánimo. Ahora con mayor determinación continuamos la marcha hacia la Mansión.
Sexta Carta – Pista.
Con grandes dificultades llegamos a la seguridad de la propiedad de Lord Cunningham y a la mansión. Nos encontramos a la Señora Bristle esperando con la puerta abierta y nos mira asustada al vernos en tan pésimo estado.
Ya dentro y con ropa seca espero a que la cena este servida aunque creo que cenaré solo ya que mi amigo aún está recuperandose de su ataque y sigue bajo los influjos del fuerte calmante que se le suministró.
Después de cenar una sopa caliente y un trozo de pastel de carne, me dedico a curiosear en la biblioteca. Allí encuentro unos libros antiguos al lado de manuscritos, reconozco la letra de Lord Cunninghan y empiezo a curiosear. En los libros hay marcadores que cuenta leyendas de perros negros que vienen del Infierno para hostigar a los pecadores, estos reciben el nombre de barguest, grandes perros de color negro u hombres con la cabeza negra un lobo salvaje, o el shuck también otra leyenda sobre perros negros infernales que traen la mala suerte y la ruina pero son más típicos del este de Inglaterra.
Sea lo que sea parece que a Lord Cunningham se ha empezado a obsersionar con las leyendas de los Perros Infernales de las viejas historias inglesas.
Primera Dama Blanca.
La lectura de estas leyendas me absorve, las anotaciones de Lord Cunningham se vuelve cada vez más inconexas y febriles, la anteriormente sobria prosa de mi amigo se vuelve fantasiosa y para nada académica y a veces me cuesta reconocer a Lord Cunningham en estos escritos.
Ya cansado y con dolor de cabeza dejo la lectura cuando la Señorita Enfiled me comunica que mi habitación ya está preparada por lo que me levanto para dirigirme a descansar cuando un trueno nos sobresalta.
Me asomo a la ventana para ver la magnitud de la tormenta y alcanzo a ver entre relámpagos una negra figura con unos ojos brillantes que me observa desde el exterior…….